sábado, 11 de junio de 2011

"No quise ser un pedazo de carne que canta"

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Tengo 37 años, y me encanta. Soy de Figueres y vivo en todas partes. Casada, un hijo (19), seis perros y dos gatos. Mi idea política es esa honestidad y libertad que no tenemos. Dios son las cosas y sentimientos más bonitos de la vida: el mar, los bosques y las palabras amables .




De Figueres al mundo...

Me fui a los 17 para no volver. Triunfé en México.


¿Y qué pasó antes?

Mi padre era y es albañil, y mi madre asistenta de hogar. Tengo una hermana y tenía un hermano. Mis padres no se llevaban bien, hoy por hoy no sé ni por qué se casaron.


¿Qué le pasó a su hermano?

Enrique falleció a los 29 víctima de una depresión. Hace cuatro años decidió que no quería vivir más. Era mi mejor amigo.


¿Se ha sentido culpable?

Enrique solía ir a La Almadraba, una cala en la Costa Brava, para reflexionar. Ese fue el lugar que escogimos para esparcir sus cenizas; era noviembre y había tramontana. Cuando las tiramos, un grupo de mariposas blancas revoloteó a su alrededor.


¿Mariposas blancas en noviembre?

Por eso tengo la certeza de que mi hermano se liberó. De hecho, esté en el país en el que esté, en los momentos difíciles Enrique aparece, y siempre son de color blanco.


¿Qué le provocó la mala infancia?

La adversidad es lo que más nos hace crecer si estamos dispuestos a aprender de ella. Mis padres son muy buena gente, pero entre ellos saltaban chispas. La experiencia me ha servido para aprender a no repetirlo.


¿Supo gestionar el éxito?

No, demasiado rápido y demasiado pronto: cumplía los 21. Me convertí en una yonqui laboral: me movía en avión privado, en un día podía actuar en tres lugares. Y mi ego creció desmesuradamente. Nadie está preparado para el éxito y el poder, y menos siendo tan joven, pero aprendí mucho.


¿Qué aprendió?

Que todo lo que me rodeaba no era de verdad. Llegaba a casa y estaba sola como un perro, los fines de semana no sabía qué hacer conmigo misma. Eso, sumado a una pareja poco recomendable y 47 kilos de peso, me llevó a salir huyendo.



¿Lo dejó todo?

Sí, a los 27 abandoné. Estaba harta, nada tenía sentido, había perdido la ilusión. Estuve siete años completamente desaparecida, aprendiendo la lección de mi vida: a vivir. Algo bueno he tenido que hacer en la vida porque en ese tiempo conocí a mi marido y a mi hijo, dos seres extraordinarios... y tengo salud, ¿qué más se puede pedir?


¿Cómo los conoció?

Entraron a robar en casa y apareció Óscar, era mosso d'esquadra: un padre soltero de un niño de siete años, dos corazones.


Usted tenía mucho que superar.

Aprendí a aceptar las cosas como vienen y no huir de las ayudas terapéuticas, que son muy beneficiosas. Entendí que hay que hablar sin miedo a lo que vayan a pensar de ti, que la vida es fantástica, llueva, truene o haga sol, da igual. Hay que confiar en la vida.


¿Tocó fondo?

Sí, para rehacerme me ayudó aislarme. En aquel momento no sabía si era buena o mala compañía, si estaba exagerando o no. Sola pude enfrentarme a mis miedos, no escuchaba ni música. Hice todos esos cursos de cocina pendientes y estudié italiano.


¿Y qué hizo con el dinero que ganó?

Los artistas no ganamos tanto, los contratos son durísimos. En mis dos primeras giras por México me pagaron poquísimo, luego tuve problemas con un mánager que me salió pirata. Eso sí, no tengo deudas, ni hipotecas, pero no necesito muchas cosas, necesito afecto. En la sencillez está lo mejor.


Y volvió.

Sí, pero en buena compañía: Óscar dejó un trabajo que amaba para estar conmigo. Ahora manejamos todo este tinglado juntos. He dejado de ser un pedazo de carne que canta.


¿...?

A las multinacionales les da igual si dentro de dos años te arruinas, y los mánagers, si no salen los números, te abandonan. Así que decidí que quería seguir con la música, pero no en el mundo de la música. Para mí el mayor de los éxitos es tener una familia feliz.


El mundo de los fans es otro gran tema.

Hay dos tipos de fans: el que admira lo que haces y te da muchas satisfacciones y el que monta un drama, se pone violento o se autolesiona porque no le has prestado atención. Es paralizante ver a un chico golpeándose la cabeza contra la pared porque no le has firmado un autógrafo. Hace dos años un fan me esperaba debajo del coche, y cuando iba a subir salió de golpe.


¿Volvió hace cuatro años siendo otra?

Volví con mucha tristeza porque me faltaba la presencia de Enrique, que siempre me acompañaba en las giras.


¿Por qué tantas cantantes exprimen una imagen tan sexual?

Yo ya pasé esa fase, ya no me apetece enseñar la barriga. Un artista tiene a su alrededor demasiadas personas que piensan por él, que lo manejan, que le esconden cosas. Yo ahora sigo mi intuición, prefiero pensar. Lo otro es más cómodo, pero pasa una factura atroz: te dicen lo que has de decir, comer, hacer, a qué hora, dónde, con quién. Ahora trabajo para vivir, no vivo para trabajar.


¿Y se baja la música de internet?

Sí, sería la única estúpida que no lo hace, pero las multinacionales son las principales responsables. Esos contratos que te obligan a entregar discos cada 16 meses son un error, porque acabas entregando un disco que sólo tiene un buen corte, el que necesitas para que las radios te pinchen.


¿Cómo se imagina dentro de 20 años?

Mirar el futuro es perder el presente.

Valiente


Si en vez de en Figueres hubiera nacido en Hollywood, habrían hecho una película de su vida. Hija de un albañil y una empleada de servicio doméstico, a los 22 años obtuvo uno de sus tres premios World Music, y ha vendido ocho millones de discos. Pero en pleno apogeo, a los 27 años, harta del mundillo de la música, abandonó y desapareció. Reapareció en el 2004, sólida y dueña de su destino musical. "Cuando dejé el mundo de la música, confundida y exhausta, no recibí ni una llamada de la gente con la que había convivido tantos años. Cuando reaparecí volvieron todos". Presenta en L'Auditori de Barcelona Madame Noir, espectáculo con tintes teatrales en el que interpreta a una diva de los años cincuenta.

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