jueves, 7 de julio de 2011

FIRMA DE LUJO: CRÓNICA DE MN MADAME NOIR BY JAVIER RUIZ

Javier Ruiz, periodista, redactor y reportero de Mira La Vida (Magazine matinal de Canal Sur Televisión presentado por Irma Soriano) es nuestra primera firma de lujo que ha querido colaborar con nuestro site, y nos ha elaborado la crónica del concierto Madame Noir que tuvo lugar anoche en el Teatro Cervantes de Málaga. Disfrútala.


CRÓNICA MADAME NOIR TEATRO CERVANTES. MÁLAGA 6 JULIO 2011

Son las ocho de la tarde y el sol malacitano aún brilla con mucha intensidad, o “pica” como solemos decir aquí. La plaza del Teatro Cervantes, el gran espacio escénico de la ciudad, empieza a llenarse de gente. Veo parejas de enamorados –hetero y homosexuales- que se cruzan miradas de complicidad. Grupos de amigos sonrientes, con cámaras de fotos en sus manos y algún que otro ramo de flores. Hay muchos que están… ¿Disfrazados? ¡Parece una fiesta de los años 50! También veo a una señora muy bien engalonada que se agarra fuerte a su marido mientras con la otra mano mueve su abanico con mucho arte. Hace calor. Todos están nerviosos… ¿A qué vienen? ¿Por qué están aquí? Miro el cartel que cuelga a las puertas del teatro. “Mónica Naranjo. Madame Noir. 6 julio de 2011. ENTRADAS AGOTADAS”. Vienen a lo mismo que yo. Vienen a ver a “la diva”. La Naranjo actúa hoy en Málaga y… ¡Eso se nota! Cojo mi entrada y leo: “Fila 1. Butaca 1”. Aún no me lo creo. Todo parece un sueño…

Eran las 21:00 de la noche y el público aún seguía ocupando sus asientos. Los acomodadores empezaban a darse prisa. El espectáculo estaba a punto de comenzar. Con una puntualidad extraña en Mónica, se apagaban las luces y la magia del teatro comenzó a invadirnos a todos los asistentes. ¿Con qué nos iba a sorprender esta vez?

Se levanta el telón azul (característico del Cervantes) y aparece en escena Óscar Dorian (el director). Miro a mi alrededor y veo muchas caras de desconcierto. ¿Qué es esto? ¿Una obra de teatro? Con su particular forma de actuar, Óscar consiguió meterse al público en el bolsillo en tan sólo los primeros cinco minutos. “Necesito un cámara”. Y allí que el público malagueño le respondió con gran entusiasmo. Al final fue el chico sentado junto a mí –disfrazado, por supuesto- el que subió al escenario. Que se prepare el público porque esto no había hecho más que empezar.

Falta “la Diva”. ¿Dónde está Madame Noir? Suenan los primeros acordes de “Lágrimas de Escarcha”. No puede ser. ¡Es de “Chicas Malas”! Las puertas del patio de butacas se abren de par en par y allí aparece ella. El público se queda –literalmente- mudo. Están desconcertados. Suenas aplausos. Algunos se levantan. Está aquí, pasando junto a nosotros. ¡Qué voz! Al terminar arrancó el primer gran aplauso de la noche. Todos en pie. ¡Bienvenida a la que, en parte, también es tu tierra Mónica!

Tras las actuaciones de “Miedo” y “Mi vida por un hombre” –impresionante- me doy cuenta que el espectáculo ha ganado muchísimo en naturalidad respecto al inicio de la gira en Madrid. El equipo está que se sale y Mónica se mueve por el escenario sabiendo que eso de actuar no es ningún secreto para ella. Como curiosidad, y quizá por aquello de estar en primera fila, pude observar cómo Mónica miraba una y otra vez el monitor que le “chivataba” la letra de las canciones -todos sabemos que eso de memorizar las letras no su punto fuerte-. Tras “Para Siempre”, el segundo pasaje teatral, el de la fan incondicional y chillona, quedó genial. La chica del público interpretó el papel sobre ella misma y nos hizo pasar a todos un rato muy divertido –sobre todo cuando las escaleras del escenario le jugaron una mala pasada-. Mónica incluso tuvo que aguantar la “risa” cuando la joven, arrodillada, no dejaba de abrazarla y besarla.

Era hora de seguir escuchando a Madame Noir. Con su espectacular traje blanco (por cierto, más ajustado que en Madrid, que parecía dos tallas superior a la suya) empezaron los primeros acordes de “E poi”. Mónica estaba muy cómoda. Parecía como si el italiano fuese su lengua materna. Fantástico.

Me vais a permitir que os diga que con “Ahora, ahora” los asistentes estuvimos a punto de alcanzar el climax viendo el nivel de sensualidad con el que Mónica la interpretó. Os prometo que escuché algún que otro “uf, uf”.

“Cry me a river” me encantó y con “E penso a te” consiguió uno de los momentos más emotivos de la noche. Mónica le cantó casi al oído a una joven embazada y no dudó en besar su barriguita para desearle toda la suerte del mundo. Precioso.

Durante la interpretación de “Enamorada”, que ya sabemos que en esta gira le ha dado un toque más flamenco que nunca, perece que se recreó. Sabía que estaba en Andalucía y que, aquí, todo “quejío” gusta.

Dorian seguía llevando la batuta del espectáculo, es fabuloso. Y el momento paparazzi fue divertidísimo. El chico que salió a escena puso toda la carne en el asador (cuando volvió a sus sitio lo escuché diciendo “me duele todo”) y la mujer del público que hizo de modelo fue grande, muy grande. Una mujer que superaba los 40 y que no paró de hablar durante todo el espectáculo. Óscar entendió que este era su momento y allí que la puso a posar.

Mónica regresó al escenario, preciosa, enfundada en su último vestido de la noche, el negro –y esta vez con una gran flor blanca en el pelo-. En “Insensatez” se superó a ella misma. Nos destornillamos de risa con esa Mónica petarda, con muchas erres, que tanto nos gusta a sus fans.

Y qué deciros de las dos últimas canciones. Interpretó “Balada para mi muerte” de una forma espectacular y “Nessun Dorma”, si existiese un adjetivo para describirlo, sería sublime –y me atrevo a decir que, con el paso del tiempo, incluso lo ha hecho mucho más suyo-.

Ante un público en pié durante cerca de diez minutos sin parar de aplaudir, Mónica presentó uno a uno a todo su equipo dedicándoles unas palabras que nos impresionaron a todos –actores y asistentes-. Si tengo que destacar alguna, me quedo con el momento en el que le dijo a “Polvitos” (Gilbert Yáñez): “Perdí a un hermano pero apareció otro en mi vida. Tú”.

Madame Noir ha ganado muchísimo en espontaneidad y naturalidad. Al equipo se le ve más unido que nunca y me quedé con la sensación de que la “opera-rock” en la que están trabajando va a ser algo grande. Muy grande.

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