Encantada con la acogida que siempre le brinda Málaga, Mónica Naranjo ha agotado todas las localidades del Teatro Cervantes de esta ciudad, donde hoy representa su nuevo espectáculo, 'Madame Noir'.
Ricardo Castillejo | Actualizado 06.07.2011 - 10:07
MALAGAHOY
A punto de cumplir sus primeros 20 años con la música, Mónica Naranjo vuelve a reinventarse para, mezclando la música con la interpretación esta vez, lanzarse a esa nueva aventura profesional que es Madame Noir, el espectáculo que esta noche presenta en Málaga. Ahí la cantante se convertirá en una diva de los años 40, cuya personalidad dista bastante de la de ella misma, a través de la que interpretará títulos imprescindibles de su repertorio junto a clásicos como su versión de la operística melodía Nessun dorma. Todo un derroche de imaginación para el que, envuelto en una atractiva y glamourosa estética, su potente voz sonará solo acompañada del sonido del piano.
-¿Actuar con todo vendido es una responsabilidad añadida al hecho de salir al escenario?
-La responsabilidad siempre existe y, el respeto, también. Da igual el lugar del mundo en el que estés y si, en el aforo, hay cuatro filas solo. Por mi parte, merece el mismo tratamiento aunque he de reconocerte que, estar en Málaga, me hace mucha ilusión. Parte de mi familia -la paterna- es de aquí y de Granada y, el resto -la materna-, de Sevilla con lo que, imagínate...
-Lo mismo la escuchamos, alguna vez, cantar flamenco...
-Jamás. Me lo decía mi padre. El flamenco hay que mamarlo, ser un "pura sangre" y haber vivido mucho. Es demasiado auténtico.
-Vuelve con un espectáculo en el que coquetea con la lírica... ¿Cómo logra que, el público, acepte tan bien sus dispares propuestas?
-Pues no sé pero sí te digo que, cada paso que he ido dando, ha sido apoyado. Creo que soy de las pocas afortunadas a las que les sucede eso. Este año, por ejemplo, no debía estar de gira pero había mucha gente que me pedía el regreso. Existía miedo, porque no soy actriz, y porque no sabía si se aceptaría mi humor pero, por lo visto, hay personas que se ríen de lo mismo que yo aunque éstas no sean ni mi marido, ni mi hijo. (risas).
-¿Piensa que se parece a esta Madame Noir a la que da vida ahora?
-No. Si fuera una diva como mi personaje, estaría para atar. Soy una mujer bastante equilibrada. Ella es cómica pero sin saber que lo es porque tiene un ego que no se ve los pies.
-¿Cómo se hace, ya que lo menciona, para que la vanidad, no gane terreno en el día a día?
-Huyendo. Pero no de uno mismo. Eso sería un error. Hay que hacer un trabajo intenso y solucionarlo con terapia. En la cima sólo existe frío, está congelado y, tu cuerpo, no te abriga.
-Usted pudo salir de ese abismo gélido, ¿no?
-Sí. Solo hace falta tener la certeza de que irá bien. Los animales son los inteligentes porque ellos no piensan sino que siguen su instinto. Yo no tuve miedo y, hace mucho, dejé el raciocinio para las matemáticas.
-¿Y en qué ha cambiado su mundo?
-En todo. En casa huele a comida, están mis nenes (mis perritos), mi hijo -que tiene 19 años-, mi marido... Esos son los principales pilares de la vida. Soy una madre "cojonuda". Mi hijome lo cuenta todo a mí y a su padre. A Mónica Naranjo, la dejo en escena.
-¿Qué es el éxito?
-Para mí sería no volver, no dejar ninguna asignatura pendiente. Estamos aquí para aprender y para crecer.
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