Mónica Naranjo ofreció un gran espectáculo multimedia de aire Hollywood y arreglos sinfónicos
Foto: A.Pérez
E.F.
Mónica Naranjo es única. La diva del pop nacional nunca se conforma. No le basta haber vendido ocho millones de discos; no es suficiente tener una legión de devotos seguidores a ambos lados del Atlántico, prendados de un auténtico chorro de voz que alcanza registros impensables en la música popular.
‘La’ Naranjo, se plantó en Albacete con un apabullante espectáculo multimedia de aire Hollywood y arreglos orquestales propios de un concierto sinfónico, para conmocionar a sus fans con dos horas de show que aprovechó para dar un repaso a 15 años de carrera triunfal por los escenarios de dos continentes, dando rienda suelta a su característica voz de timbres dramáticos y potencia inusitada, a veces operística, a veces casi rockera, a veces melódica, pero siempre única, especial, atractiva y sugerente, entre Medusa, la Callas y Mae West.
Sus seguidores tuvieron una dosis completa de sus mejores canciones, como El despertar, Europa, Inmensidad, Desátame, Qué imposible, Usted, La inocencia, Empiezo a recordarte, Sobreviviré, Oyeme, Todo mentira, La soledad, Siempre fuiste mío, Kambalaya y Amame o déjame, por citar algunos de sus éxitos.
Este concierto forma parte de la fase final -al menos de momento- de su exitosa gira Adagio Tour, que iba a durar poco más de tres meses y se ha convertido, gracias a la legión de seguidores de la artista catalana, en una macrogira de un año que concluirá en diciembre, mientras la cantante no deja de recibir premios y reconocimientos, el último de ellos el World Music Award 2010.
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