domingo, 29 de julio de 2012

Mónica Naranjo en el suplemento 'VD' del Grupo Correo con un emotivo artículo.




Mónica Naranjo y Miguel
“La poca fuerza de mi hijo se la dio Mónica”
La fiera que Mónica Naranjo suelta en el escenario en esa catarsis musical y emocional que es cada actuación suya se torna absoluta dulzura cuando habla. Conversa sin prisa, que habla de Miguel…su fan más incondicional, el que le dio una lección de vida, el que la habrá hecho llorar más de una vez, pero también sentirse infinitamente agradecida por haberse topado con un chico extraordinario. Malditas sean las circunstancias en que ocurrió todo…
Ésta es una conversación a dos. La otra interlocutora es la madre de Miguel, Santiaga. Cuenta que desde chiquitito le fascinaba Mónica Naranjo y con 6 añitos le regalaron en casa el primer disco.
“Tenía 9 años cuando viendo una gala de televisión en la que Mónica se quitaba la peluca bajó corriendo las escaleras gritando que se había quedado calva”. Y no es que el episodio le marcara, pero el casa es que Miguel se hizo peluquero y con 21 años ya trabajaba para Llongueras.
Y entonces la enfermedad…Se manifestó un día de mediados de julio de 2007, en forma de un cansancio terrible y vómitos. En urgencias lo atribuyeron a una gastroenteritis. No era tal, sino leucemia, como le diagnosticaron al cabo de cuatro meses. Y empezó el infierno de la quimio, del autotransplante, de sacar un poco la cabeza y volver a caer. Once meses en los que la mínima tregua que encontró la halló en los discos de Mónica Naranjo.
“En mayo de 2008 anunciaron que venía a tocar a Madrid en septiembre y Miguel compró las entradas”, relata su madre. Su primer concierto, ¡Menuda ilusión! Pero ese verano los médicos le dieron las peores noticias. “Entonces intenté ponerme en contacto con Mónica para que le enviara una foto dedicada y en septiembre fui a hablar con el doctor para pedirle que le diera una medicación para que aguantara y pudiera ir al concierto, que era el 19”. Aquel hombre se dio cuenta de que como médico ya había hecho todo lo posible, pero lo otro sería más fácil, y al cabo de tres días contacto con la artista y le habló a Miguel, que por entonces estaba ingresado en el hospital.
“La dedicación y amabilidad de ese doctor fue admirable”, reconoce todavía Mónica. Y a ella le faltó tiempo para visitarle. Dice que no es casualidad que Miguel estuviera hospitalizado en el 12 de Octubre, el mismo centro donde la artista había perdido hacía unos años a alguien muy querido.
“Pisar de nuevo aquel hospital fue enfrentarme a mis miedos, pero encontré a una persona que quería vivir”. Mónica visitó a Miguel la noche del 18 de septiembre, un día antes del concierto que daría en el Palacio de los Deportes de Madrid. “Surgió un vínculo muy natural, simplemente dejamos el lado emocional surgir porque en esas situaciones te sientes completamente desarmado y no sabes qué decir, solo te sale abrazar”, reconoce la artista.
Serían dos horas o más las que estuvo en aquella habitación y salió sabiendo que había anudado un lazo que no se iba a soltar jamás… Por fin llegó el concierto, y Miguel pudo salir del hospital con una enfermera y su madre al lado.
“Fue maravilloso verle bailar, cantar, vivir… con el catéter en la muñeca. Mónica dijo que dedicaba el concierto a un amigo muy especial que pasaba por un momento difícil y todo el público se puso a corear el nombre de Miguel. Grabaron un DVD con aquella actuación y en una de las imágenes se ve a mi hijo lanzándole un beso”. Al día siguiente Mónica paso toda la tarde en el hospital, junto a la cama de Miguel.
Él ya no salió de allí. Falleció el 14 de octubre. “La poquita fuerza se la dio a ella, mi hijo se fue feliz”, da fe Santiaga. Y no olvida que Mónica mandó un corazón de flores al funeral. “Yo la quiero muchísimo, es un cielo. Detrás de la artista hay una mujer que sufre y siente”.
El cariño es mutuo. “No hay un solo día que no me acuerde de Miguel y Santiaga, conocerles ha sido un verdadero regalo”, asegura la artista. Los padres de Miguel siguen yendo a algunos de sus conciertos y charlan con Mónica por teléfono. Quizá así llenan un poco su ausencia.

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